Al hablar de liderazgo, la mayoría nos imaginamos a un individuo carismático, alguien que de uno u otro modo logra “seducir”, contagiar entusiasmo y hacer que otras personas quieran estar con él, colaborar en sus proyectos… le damos a la palabra incluso un halo místico, lo asociamos a una característica personal y hasta si se quiere innata. Bajo esta óptica, el liderazgo sería determinista y no podría entrenarse, es decir se nace siendo líder o no se es…
También se suele asociar al liderazgo con un alto nivel de conocimientos, pero no parece existir mucha correlatividad entre la efectividad y la inteligencia; otra característica comúnmente asociada a los líderes es la intuición, pero la intuición solo se torna efectiva con el trabajo duro y sistemático.
La imaginación, la intuición, el saber, la inteligencia son importantes, sin ninguna duda, ¿pero lo serían sino llevan a conseguir resultados? ¿Qué empresa u organización contrataría o mantendría un “líder” que fuera inteligente, carismático, intuitivo, etc. pero que no lograra alcanzar las metas y objetivos?
Afortunadamente (ya que nos dejaría afuera de la definición a todos quienes no poseemos estas características innatas), el liderazgo poco tiene que ver con carisma y con cualidades personales, incluso el liderazgo, según Peter Drucker, es mundano, poco romántico y aburrido; como visualizamos en el párrafo anterior, el liderazgo en su esencia es desempeño, lograr resultados.
En definitiva, los líderes no se distinguen por su tipo de personalidad o talentos, la efectividad es un hábito, es decir una suma de acciones que se repiten; toda práctica se absorbe practicando, practicando y practicando, así las cosas, la buena noticia es que el liderazgo puede desarrollarse y adquirirse.
El líder que se concentra en su contribución y se responsabiliza de los resultados, es un alto ejecutivo en el más amplio sentido de la frase.
PRIMERO LO PRIMERO: DEFINIR EL RUMBO Y ESTABLECER PRIORIDADES
El fundamento de un liderazgo eficaz está en reflexionar acerca de la misión de la organización (empresa, área de trabajo, etc.). Definirla y establecerla en forma clara y visible. El líder fija las metas, las prioridades y determina y mantiene los estándares.
Los líderes eficientes se concentran en su contribución. Miran más allá de su trabajo; se preguntan: ¿Puedo aportar algo significativamente que influya en las realizaciones y logros de la institución a la que sirvo? y ponen énfasis en su responsabilidad, en qué actividades deben llevar a la práctica para agregar valor.
En virtud de su posición o conocimientos adoptan habitualmente decisiones que hacen impacto en la ejecución y en los resultados globales: planificar, organizar, integrar, motivar y evaluar.
El primer paso hacia la eficacia es decidir cuáles son precisamente las acciones que hay que desarrollar, cuáles son las prioridades y dónde deben concentrarse los esfuerzos.
GESTIÓN DE EQUIPOS: COMPROMISO, CONFIANZA Y MOTIVACIÓN
Toda organización es, en grado considerable, un medio para superar la limitación a la que está sujeta la contribución de una sola persona. La organización es una forma de multiplicar los aportes individuales transformándolos en recursos, motivación y visión de otros trabajadores. En este sentido, el líder cumple un rol fundamental, de allí que se espera del líder que mande a hacer lo que debe hacerse teniendo la gran responsabilidad de hacerse comprender, ganarse la confianza de sus colaboradores (de lo contrario no habrá ningún seguidor, y la única definición de un líder es alguien que tiene seguidores), y lograr que las acciones se realicen.
¿Qué es y cómo se gana la confianza de los colaboradores? La confianza es la convicción de que el líder siente lo que dice, esto se llama integridad; un liderazgo eficaz no se basa en ser inteligente, carismático o por tener un talento especial para la gente, sino que, fundamentalmente se basa en ser consecuente, en consagrarse a su propio trabajo y en las relaciones con los demás.
La tarea de todo jefe es apoyar, proteger y promover a los colaboradores capaces, el liderazgo no es un privilegio, es una responsabilidad. El líder eficaz quiere asociados fuertes, los alienta, los empuja y disfruta de su crecimiento. ¡Atención los líderes eficaces raramente son permisivos, de hecho son altamente exigentes, pero cuando las cosas salen mal jamás deben culpar a los demás!
Además de lo mencionado se destacan dos herramientas básicas que todo líder debe saber manejar: las reuniones y los informes, ambas críticas para planificar, comunicar objetivos, relevar inquietudes, monitorear el estado de situación y marcar el rumbo de la organización.
AUTOLIDERAZGO: ACTITUD Y PROACTIVIDAD
Un aspecto fundamental del líder es que debe autodirigirse y encaminarse por sí mismo hacia la ejecución y la contribución, esto es, hacia la efectividad. El líder debe preguntarse: ¿Cuál es el mayor aporte que puedo hacer para contribuir al buen funcionamiento de esta organización? ¿De qué manera debo desarrollarme? ¿Qué conocimientos y qué prácticas debo adquirir para brindar esa contribución? ¿Qué energías debo poner al servicio?
Por otro lado, está demostrado que existe cierta correlación entre lo que a cada uno le gusta hacer y lo que uno hace bien, por ello el líder debe generarse el entusiasmo, el desafío, la transformación y hacer que un viejo trabajo siga siendo enriquecedor una y otra vez.
No se trata de hacer las cosas de otra manera, sino de darles un nuevo significado, nada genera más cansancio que tener que hacer un esfuerzo para levantarse todas las mañanas e ir a trabajar en algo que no significa nada para uno. Lo que entusiasma no es el trabajo en sí mismo sino los resultados.
Los buenos líderes realizan una especie de “higiene preventiva”, incorporan nuevos desafíos para no llegar al aburrimiento. La diferencia entre los realizadores no es una cuestión de talento, la eficacia es más bien una cuestión de hábitos de conducta y de unas pocas reglas elementales.
La prioridad básica para el propio desarrollo es esforzarse para alcanzar la excelencia, ello brinda satisfacción y respeto por uno mismo, asegurarse de que uno obtiene lo máximo de sí mismo para sí mismo. ¿Qué tengo que aprender y qué tengo que hacer para lograr la diferencia? es la pregunta que todo líder debe realizarse en forma periódica.
Y a Ud. ¿Cuáles son los motivos por lo que le gustaría ser recordado? ¡El primer gran paso como líder será verse como la persona en la cual puede y quiere convertirse, asumiendo la responsabilidad y proactividad de continuar dando pasos para la construcción de la mejor versión de Ud. mismo!
Por Claudio Lomello, Consultor Senior e internacional de Empresas familiares, lic en Administración y Contador.
Profesor del programa de formación para Mandos Medios del Instituto Minka
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